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martes, 24 de diciembre de 2013

Navidad

Dicen que dicen que un día llegó el momento de cumplir todas las profecías y el buen Dios vio que era el momento de mandar a su hijo amado, a su propio amado a la tierra. Para que los hombres puedan entender de una buena vez y puedan amar, que tanto nos ha costado en la historia.
Dicen que Dios, siempre en su eterna sabiduría, eligió una joven llamada María. Ella era chica, y vivía en la periferia de la periferia. Podría haber sido una muchacha de Roma o Grecia. Pero no. ¿Acaso otra mujer hubiera tenido tanto valor como María de Nazaret? La pobre chica estaba comprometida con un señor un poco mayor que ella llamado José. ¿Sabemos si se conocían? ¿Si realmente se amaban? Que se yo, poco me importa ahora. Lo que sabemos es que Dios la eligió y aunque pocas veces lo digan María, nuestra pobre muchachita de Nazaret, esa aldea de Israel, dijo que sí. Eligió también decir que si y aceptar lo que Dios tenía pensado para ella. No se si realmente todos somos como María, si aceptamos realmente lo que Dios tiene pensado, desde siempre, para cada uno de nosotros. A veces la vida, o alguien, te golpea y simplemente tenes que bancartela porque es así; pero hay dos maneras de aceptarlo. Una es con resignación, odiando lo que está pasando y casi sin vivirlo. Otra, la que el buen Dios nos invita, es confiar, aceptar que si las cosas pasan por algo es. Hay algo, dentro de un plan maestro universal de Dios, que nos puso donde estamos y quiere que estemos donde estamos. Y cerrando los ojos nos enfrentamos a lo que sea, sabiendo que Dios no nos deja solos. Así obró María. Y dicen que dijo que sí, y se la bancó. Le tocó ser la madre de Jesús, el salvador. Y eso implicaba que en algún momento ella tendría que acompañar a su hijo a predicar, a enfrentar a la opresión, a la injusticia, al dolor que su propio pueblo vivía. Y algún día, seguramente (Porque no todos los hombres iban a escuchar) el dolor se convertiría en muerte y el miedo abundaría. Entonces, ¿por qué no? ella sería parte de algo más grande de lo que podría ser siendo simplemente una joven comprometida con José.
José...Dicen que dicen que se la bancó. Porque de repente su joven virgen comprometida aparecía embarazada, de la nada. Una infidelidad sería lo que cualquiera pensaría. Él sería la víctima, por haber sido deshonrado y humillado y ella, la pobre chica que sí decía la verdad, sería ajusticiada por la ley de aquella época. Entonces el buen José, que eran grande y noble, decidió abandonarla en secreto. Que nadie se entere de nada, pero que ella pueda tener su hijo en paz, nadie le hiciera daño. Y así un ángel se le apareció, le contó la verdad, lo convenció y José cambió de parecer. Porque a los hombres buenos, a los corazones puros y nobles, no le hacen falta muchas explicaciones para obrar bien.
Así estuvieron juntos esperando el nacimiento de ese salvador que vendría a hablar de paz y perdón. Dicen que dicen que cuando casi estaba por parir María y su esposo José se vieron obligados a moverse porque en aquellos tiempos se realizaba un censo y todos tenían que censarse en su pueblo de origen. Así, a lomo de burro se pusieron en marcha. Llegando a Belén, una muy pequeña aldea, María tuvo que parir. Y como el dinero era poco y la indiferencia mucha, el mesías Jesús vino a nacer en este mundo en un pesebre, donde se alojan los animales de campo de noche. Allí, casi en soledad y sin ser noticia en ninguna parte del mundo vino a nacer nuestro salvador, el primer hippie de la humanidad. Cuentan por ahí que algunos pastores, trabajadores de la tierra que siempre esperan una mejora en sus vidas, fueron avisados y fueron a saludarlo y alabarlo. ¿Cuántos habrán sido? Unos pocos seguramente. Tampoco es que en aquel pesebre entraban muchas personas. Y llegaron, también cuentan, unos magos del oriente que llegaron siguiendo una estrella, un misterio que al día de hoy desvela a los astrónomos.Y todo se cumplió y ese niño nació. Varios años después sería predicador, revolucionario, hacedor de milagros, maestro, pacifista pero provocador, incorruptible, perseguido. Sería firme como una roca pero muy tierno, doliendole en carne propia el dolor de las gentes y la injusticia. Molestaría y sería apresado, enjuiciado y condenado a morir en la cruz, la peor de las muertes, reservada para los peores criminales y para aquellos que se le animaban a Roma, al poder centralista e imperialista de la toda poderosa Roma, que tranzaba con la alta sociedad de Jerusalén.
Todo esto recordamos en Navidad, es el comienzo de la película. Un simple niño en brazos de su madre.
Después el sentido se cambió, apareció el gordo del norte que trae regalos, las fiestas y el consumismo. La navidad dejó de ser la noche en la que debemos tener esperanza porque Dios no se ha olvidado de su pueblo, sino una noche donde gastamos todo lo que podemos. Vemos quien llena más el árbol de navidad de regalos o el cielo de fuegos artificiales. Poco importa desearle al otro el bien, más allá de cual sea la religión. Es una noche para amarnos, para desear paz a todos, amigos (Siempre espero que sean los más) y enemigos.
Nos hemos olvidado de ese mensaje, de aquel niño llorando en un pesebre, rodeado de un par de personas, algunos animales, y mucho olor a mierda.
Dicen que dicen que cada Navidad (Que en realidad no es en Diciembre) y cada día, Jesús de Nazaret vuelve a nacer en cada uno para que nazca nuevamente la esperanza: Dios no se olvidó de su gente, de sus hijos. El bien al final triunfará.Y la esperanza se convertirá en justicia y paz. Para todas las personas que habitan este mundo, que lo habitaron y lo habitarán.

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