En los momentos difíciles, sosténlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de frutos espirituales.

jueves, 31 de marzo de 2011

El grupo: Las necesidades del hombre

Hoy retomé con el profesorado de catequesis, estaba muy ansioso por empezar y la verdad, como primera clase, estuvo muy buena. Ambas materias me llegaron y me dispararon varias reflexiones, que tendré que escribir en varios posts diferentes.
Uno de los temas que tratamos hoy, fue la función de los grupos humanos y los condimentos que éstos tienen. Cómo funciona un grupo, cómo se organiza, qué tienen en común, etc. Primero, simplemente como grupo humano y luego como grupo cristiano. A mi esto me hizo pensar también en los grupos misioneros y, particularmente, en el grupo misionero de Aránzazu (Que, vale repetir, es donde estoy)

El ser humano tiene necesidades básicas, y su vida, es una constante búsqueda de lograr satisfacer esas necesidades espirituales. ¿Cuáles son esas necesidades?:

Comprensión: El hombre busca comprender. Siempre fue así y así será para siempre. Intenta contestar todas sus preguntas, sus dudas, sus inquietudes, el por qué de todo. Una persona se une a un grupo, ya sea de trabajo, de estudio, de debate, de política, de jóvenes de una parroquia, porque quiere comprender. Aún estando adentro de un grupo, el ser humano sigue buscando comprender, darle sentido a lo que está haciendo. En un grupo de jóvenes, todos quieren comprender, ninguno puede afirmar a ciencia cierta por qué está ahí, pero saben que por algo es, y buscan conocer ese algo.
En definitivamente, el ser humano busca comprender porque necesita (Y aquí radica su búsqueda en este sentido) comprenderse. Necesita descubrirse a sí mismo. Si está bien parado y si el grupo lo dispone, cada uno podrá encontrarse a sí mismo. Para esto, buscará verse reflejado en los demás, sentirse identificado en algo con todos.

Autenticidad: El ser humano necesita expresarse, mostrarse. Una vez que entra a un grupo (en éste caso un grupo de jóvenes) buscando comprender, querrá desenvolverse como realmente es en la vida. Querrá, básicamente, ser él mismo.
Aquí lo que juega muchas veces, es la aceptación. Tarde o temprano esa persona se mostrará como es, ninguna careta dura para siempre. Y tendrá que aceptarse a sí mismo para buscar la aceptación de todos. La persona intentará estar cómoda en el grupo, y para que esto se logre, los demás tendrán que estar abiertos.
El grupo tiene que saber escucharse, valorarse, poder dar lugar a opiniones y decisiones entre todos. Esto da voz y(en algunos casos, dependiendo qué tipo de grupo sea) votos a sus integrantes. Poder tener voz, opinión, y que esa voz sea valorada, da lugar a uno a ser auténtico.

Productividad: El ser humano necesita producir algo. Toda persona, por más vaga que parezca, necesita hacer algo productivo, sentirse útil en algo. Necesita tener espacio, dentro de un grupo, para poder desenvolverse en lo que es bueno. Toda comunidad necesita producir algo, hacer algo, lo que sea, tiene que ver con los objetivos que ese grupo tenga. En un grupo de jóvenes o misionero, todos necesitan sentirse que son útiles en algo, que pueden aportar en algo. Cada persona necesitará tener algo en lo cual se destaque, que genere que los demás le pidan que lo haga porque saben que es bueno en eso. También necesitará que todos busquen trabajar en común, sin encerrarse y reconociendo las virtudes de los otros.
Aquí puede haber un problema. Si uno se considera bueno en algo, pero sus compañeros no lo ven así. El grupo necesitará de la humildad de sus integrantes y también de la objetividad.

Afectividad: Finalmente, lo que buscará el ser humano es el afecto. Ninguna persona puede sobrevivir sin afecto. Todos buscamos amar y ser amados. Ésto no significa literalmente que todos se amen con todos o que todos sean amigos. Ésto significa que todos sus integrantes, en algún momento, necesitarán sentirse queridos, valorados, importantes. Pero no solo para el funcionamiento del grupo sino también para el funcionamiento de las personas de ese grupo.
Para que esto se de, las personas tendrán que dejar de lado algunas cosas. El grupo funcionará si, a pesar de todo, funcionan algunos valores: El respeto, la unión, la fraternidad, la amistad en Dios, etc.
Es el punto más importante de todo grupo, más allá de querer comprender para luego poder ser uno mismo, para después de un tiempo, poder destacarse en algo. Ninguna persona sobrevive sin el afecto de, por lo menos, otra persona más.

Para que un grupo de jóvenes funcione, necesita cumplir estas necesidades. Porque en definitiva, el grupo está formado por seres humanos, y esos seres humanos tienen sus necesidades. Los problemas en los grupos ocurren cuando algo de esto falla o funciona mal. Y esa responsabilidad es de todo el grupo, de todos sus integrantes. No de alguno en especial, no de un líder, no de Dios.

martes, 29 de marzo de 2011

Misionar ¿en dónde?

Cuando uno es misionero, y ya lleva alguna experiencia en el tema (como en mi caso que ya cerré mi primera misión de tres años en Córdoba), aparecen las ganas de querer más.
Algo que he visto muchas veces en muchos lados, es que los grupos misioneros muchas veces se desviven por ir a misionar bien lejos. Pareciera que: Mientras más lejos se misione, mejor es la misión. No estoy tan de acuerdo con eso, si bien está el tema de la pobreza (Que en algunos lugares es más cruel y dura que en otros lugares), esos lugares no necesariamente están a miles y miles de kilómetros de distancia.
He escuchado frases, rara, como: "Me gustaría irme a un lugar más duro, más heavy, bien lejos"
No es que en esos lugares no se necesite misionar, no hay que malinterpretar (En eso soy experto), sino que también hay lugares bien cercanos que necesitan de la voluntad misionera de uno mismo.
Digo entonces: ¿De qué vale misionar bien lejos si después no podemos vivir como Jesús en nuestro propio barrio? ¿De qué sirve ser servicial cuando estoy con un grupo de jóvenes o con amigos en alguna misión o actividad, si después no seré servicial en mi vida cotidiana?.
No quiero volverme un hombre que hace preguntas catequísticas de primaria, pero si llegar a lo siguiente: La misión se hace en todos lados, y no necesariamente en un lugar bien lejano porque suena a aventura. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, cuando miles de voluntarios de todo el mundo querían viajar a Calcuta para colaborar con la madre de los pobres: "Calcuta está a la vuelta de tu casa"
Creo que uno mientras más experiencia misionera tiene, más cerca de su casa debe misionar. Y el gran misionero es aquel que logra misionar en su propio hogar, con su familia, con sus amigos, con su gente. Y eso no se logra de un día para el otro.

lunes, 28 de marzo de 2011

Volvió el misionero


He vuelto, después de un desprolijo abandono, a escribir en este blog. Quizás algunos planteos de la vida me llevaron a olvidarme -casi- de este medio, que cree con mucha pasión y amor.
Terminó a principios de año mi misión con el grupo de jóvenes de la parroquia Nuestra Señora de Aranzazu en Los Cóndores. Pequeño pueblo en Córdoba, donde llegamos por primera vez en el 2008 y de donde nos tuvimos que ir con muchas lágrimas y felicidad. Es contradictorio ¿no? pero a veces pasa, uno se va triste por irse pero feliz por el camino que recorrió allí.
Siempre pienso que el verdadero misionado es el propio misionero, el que descubre otro mundo, otras personas, la paz que no reina en la ciudad. El que se descubre a sí mismo, y sobre todo, el que descubre que su misión recién comienza; que debe volver a su casa, a su ciudad, a su trabajo, a su ambiente, a su vida y seguir allí su misión.
Después de tres años en aquel pequeño pueblo de Córdoba, con mucha nostalgia de otros tiempos mejores, con dolores actuales ("Pueblo chico, infierno grande") y con personas fantásticas y abiertas de corazón a contar su vida, su testimonio, su fé; me siento otra persona, no se si mejor o no, pero otra persona. He estado en contacto con el corazón de la gente. Y he pensado, he reflexionado, he decidido que es esto lo que quiero hacer en mi vida.
Aunque algún planteo me hago, me cuestiono, realmente...¿Puedo irme de Los Cóndores? ¿He cambiado algo realmente en tres años? ¿La misión no es en realidad algo de toda la vida? Se puede recorrer un pueblo en un día, se puede visitar sus casa en un par de días, pero misionar un pueblo puede llevarte una vida entera. Sí, quizás lo que me pasa es que no quiero pensar en nunca volver ahí. Pero se que lo voy a hacer, ya pienso en escaparme a mitad de año, entonces...¿Qué debo sentir realmente? ¿Debo pensar ya en ir para otros destinos y olvidarme de Los Cóndores?
Esta pregunta me atacó desde principios de año, no pude responderla y me dolió. Hoy, sin embargo y por esas obras de Dios, siento que quizás puedo responderla, mejor dicho, siento que sé que debo hacer.
Hay que seguir en la búsqueda de Dios, de Jesús. Y seguir siempre ese camino, no se a donde me llevará pero tengo ganas de emprenderlo. Es obvio que voy a tener mis dudas nuevamente pero siento la seguridad de seguir ese camino, más allá de la fe, siento que lo que hago es bueno, que el contacto con la gente me llena, que sacar una sonrisa a un nene me alimenta el alma y que puedo aprender sobre todo de la gente que tengo al lado.