En los momentos difíciles, sosténlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de frutos espirituales.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Río Luján: Día 2

"En aquel tiempo Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos" (Mt 6, 7)

La segunda jornada de nuestra misión comenzó la mañana del 26 de Diciembre, temprano para aprovechar el día, con mucho sueño pero también con muchas ganas. Tuvimos nuestra oración de la mañana y partimos a desayunar. Partimos, sí, porque no lo hacíamos en la capilla (Por lo menos no ese día). El merendero del barrio, atendido por una humilde pero generosa familia, fue una especia de segunda casa durante esos días. ¿Qué hubiese sido de los apóstoles, de los primeros misioneros, si no recibían alguna ayuda de alguna persona en los lugares que visitaban? Sin la ayuda que recibimos de estas personas esos días de Río Luján jamás hubiésemos podido misionar.
Entonces salimos a llevar la palabra de Jesús, y vale la expresión: Cagados en las patas. Como los primeros misioneros, de dos en dos (A veces de a tres), puerta por puerta, bajo el sol, y que sea lo que Dios quiera. No es fácil golpear una puerta y hablar, uno recuerda las veces que se trata mal a alguien que viene por algo así a nuestras casas. Creo que ese recuerdo genera miedo. Y muchos menos saber de qué hablar, cómo encarar una charla, etc.
Aquella mañana, con mi compañera, tuvimos un par de rechazos en algunas casas, hasta que llegamos a la casa de Margarita, una histórica vecina de Río Luján, casi la única persona que trabaja activamente en la capilla Santa Teresa (Inaugurada en 2011). Entre mate y mate (infaltables en una misión) y mientras atendía, cada tanto, el pequeño kiosco que armó en su casa, Margarita nos contó de su vida. Su llegada al barrio hace más de treinta años, el crecimiento de Río Luján, anécdotas, tristezas, luchas y por sobre todo su esfuerzo para construir una comunidad alrededor de la capilla. Su esfuerzo que muchas veces fue fracaso. Pensé mientras se hacía el mediodía: Qué difícil es cuando uno está solo, cuando no hay una familia, un grupo, una comunidad detrás tuyo. Pero también recordé que el esfuerzo de años da su frutos. En sí Jesús no estaba muy acompañado que digamos mientras cargaba la cruz ¿no?
Cuando la mañana ya se había hecho mediodía, y luego de conocer al marido de Margarita, emprendimos el regreso al merendero, donde también almorzábamos. Llegamos últimos, todos no esperaban sentados para comer. Y mientras empezamos con el arroz que sería menú de varios días, comenzamos también las charlas post primera experiencia de misión. A algunos les había más o menos bien, alguna charlita en la puerta de la casa de algún vecino, otro había podido compartir un mate, otra había hablado con alguien que quería una bendición del Padre Marcelo a su casa...
Alguno había tenido una muy buena charla con personas de otra religión, algo que, gracias a Dios, se repetiría varias veces a lo largo de la misión. Otros no había logrado charlar con nadie o nadie les había dado bola. En general el sentimiento era un sin sabor, por un lado bien pero algo había faltado.
Suele pasar en las misiones, a veces la bienvenida no es la mejor, pero la fuerza del espíritu suele reconfortar esos corazones misioneros.
Sin dejar sacar muchas teorías, nos fuimos a descansar un rato y preparar la tarde, momento de corridas y trabajo. Jamás pensé que llegarían en esos días la cantidad de nenes que llegaron para jugar con nosotros. Jugar y compartir a Dios. Como un mensaje del cielo: "Acá hay mucho por hacer, no se desanimen". Juegos, canciones, fútbol, Jesús, merienda, todo en un par de horas. Recuerdo una nena, seis o siete años, nunca le pregunté el nombre, hoy lo sé, que hablando y jugando me dijo: "La estoy pasando bien". Fue nada y tanto al mismo tiempo. Fue Jesús, en persona, apareciendo ahí, diciendo que las cosas que hacíamos estaban bien, que valía la pena el esfuerzo del año, de los encuentros, de los sacrificios.
Muchos nenes se quedaron a misa después, con las pocas personas que venían a misa, y con los misioneros. Me importó tan poco que hicieran ruido o que quizás no entendieran nada de lo que pasaba en la misa. Porque algo, no se bien qué, los hacía estar ahí. Y eso es enorme, es maravilloso. Sentí una felicidad enorme que no me importó cuanta gente había en misa, si mi guitarra estaba afinada, si las chicas cantaban bien. Nada de eso importa cuando la fiesta es de Dios.
Fue durante la cena cuando caí que llevaba mi primer día entero en Río Luján, una jornada entera muy movida pero hermosa. Pensé en el envío misionero de Jesús, en qué cosas estábamos haciendo bien, qué cosas teníamos que mejorar. Pensé en Dios, en los discípulos, pensé en mi parroquia, en San Patricio, en mis amigos, en mi familia, en todas las personas que había conocido gracias a esto. Pensé, durante la cena, en lo hermoso que es poder compartir algo con tantas personas. Pensé en la capilla, ya transformada en casa, como un refugio donde poder abrazarnos espiritualmente entre todos.
Recé con todos a la noche, le dí gracias a Dios por ponerme ahí, le pedí seguir siento instrumento de su paz y, con el corazón lleno, me fui a dormir.

martes, 27 de marzo de 2012

Río Luján: Día 1

Hace varios años ya que los 25 de Diciembre no son como solían ser. Pero para bien. Hace unos años que cada Navidad corto con el festejo familiar antes de tiempo para armar el bolso, preparar cosas a último momento y partir rumbo a misionar.
Este 25 de Diciembre de 2011 me tocó partir a Río Luján, un pequeño y humilde barrio cerca de Manzanares, partido de Pilar. Perdido entre muchos barrios privados, clubes, las vías del TBA y la Panamericana. Un destino para poco más de 22 jóvenes dispuestos a brindar su corazón.
Nuestro viaje fue en un micro escolar, post despedida y bendición de la comunidad de Aranzazu, padres y amigos. Un viaje corto pero divertido, pensar que en alrededor de una hora ya estamos ahí.
Al llegar al barrio, luego de bajar nuestros bolsos, materiales y alimentos, celebramos la misa con la comunidad local. Pocas personas, casi ninguna, en la fecha del nacimiento de Jesús. Nuestra sorpresa fue grande pero no desalentadora. Sabíamos que teníamos que trabajar bastante.
Luego de la misa, empezamos a acomodarnos. La capilla Santa Teresa tenía que convertirse en nuestro hogar. Para eso colgamos unas telas para improvisar una división en la capilla: El centro donde rezábamos y un "Cuarto" para las chicas y otro "Cuarto" para los chicos. Al mismo tiempo improvisamos la ducha, afuera, en el parque de la capilla. Nos familiarizamos con las instalaciones, descubrimos que los ventiladores eran solo decoración, y preparamos el corazón.
Fue durante la cena que viví una de las experiencias más hermosas de mi vida. Resulta que como era la primera noche, cada uno de nosotros llevábamos algo para comer (Bueno o casi todos) y lo compartíamos. En el medio de la capilla, pusimos una mesa con lo que cada uno había traído más unas donaciones que habíamos recibido cuando llegamos, y nos sentamos todos en el piso, alrededor de la mesa. Nadie nos conocía en el barrio, nadie sabía que habíamos llegado; más que bancarnos entre nosotros no podíamos hacer.



Fue entonces que me sentí un discípulo de Jesús, como en Hechos. Aquellos de la lectura: "Se Mantenían unidos y ponían todo en común". Sentí una fuerza en el corazón enorme, que me dio muchísimas ganas de ponerme al servicio de todos, de abrazarlos a todos porque estaban inspirándome. Me sentí como Pedro, como Juan, como Santiago. Entendí porque era tan importante mantenernos unidos, porque sabíamos que quizás, afuera, nos podría recibir bien pero también mal. Pero nos teníamos los unos a los otros. Sentí que si alguna vez había defendido el concepto de amistad en Jesús valió la pena.
Aquella primera noche pusimos la misión en manos de Jesús, charlamos cuestiones técnicas y, tarde, nos fuimos a dormir. Aunque fuimos varios los que no pudimos descansar mucho aquella noche, entre nervios, emoción, anécdotas, chistes e incomodidad, el sueño no llegaba fácil.
Recuerdo que esa noche pensé: Esto es, sin dudas, lo que más me gusta hacer en la vida.
Los días siguientes me darían la razón.