En los momentos difíciles, sosténlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de frutos espirituales.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

jueves, 22 de septiembre de 2011

Muchas veces

Muchas veces me he preguntado, cuánto tuviste que bancarte mientras llevabas esa cruz. ¿Entra en la imaginación y en la cabeza de alguien? ¿Qué sentiste? Cuando expresamos, en oraciones, misas y canciones, todo tu dolor, ¿Nos quedamos cortos?
Alguno pensará que hablo de dolores físicos, pero me refiero a otra cosa. El abandono, la traición, engaño, la mentira, el remar contra la corriente, tantas cosas que son imposibles de nombrar que día a día nombramos, vivimos, experimentamos, sentimos...
¿Cómo se puede? ¿Cómo se sale? ¿De qué manera? ¿Es fácil? Claro que no, es imposible pensaran otros.
Aún dentro del ambiente que tú nos mandaste a construir, ¡qué difícil se hace todo! ¡qué penoso muchas veces!
¿Dónde se vende la perseverancia, el compromiso, las ganas, la actitud y la caridad?
¿Cuándo se van a poner de moda estas cosas?
¿Seguimos en la cultura de hacernos los pelotudos?

¡Qué difícil remar contra la corriente! Una corriente dura, durísima, infernal, llena de indiferencia y miedo.
Fáciles las palabras y difíciles los hechos...No puedo repetir tantas veces "difícil". ¿Será la costumbre? ¿La vivencia? ¿La experiencia? ¿Me atajo por las dudas? Siempre buscando la justificación de los demás...¿De los demás? ¿No es una mentira que me quiero autoimponer?

Cargar la cruz, tomarla, llevarla, sufrirla, amarla...Vivirla

"Nada te turbe, nada te espante"

jueves, 11 de agosto de 2011

Ando ganas
Ando volviendo al rudo y quiero hacerlo con todo, pero no quiero volver a quemar mis ganas. Hoy me levanté y dije: "No puede ser que el blog esté teniendo algunas visitas que no esperaba, y yo siga sin postear nada".
Así que me puse a pensar y reflexionar, quería compartir algo mío, algo de mi semana, de estos días. Algunas cosas han cambiado y ando experimentando cosas nuevas. Para empezar, un laburo nuevo, como catequista para nenes de un par de apoyos.
Por otro lado, no pienso más en la facultad. Entregada la tesis, surge una pregunta: ¿En qué pienso ahora?. Cuando pensé en esto, me di cuenta que vuelvo a estar en una época que podría comparar con mis últimos días en el colegio. No saber que viene en el futuro, miedos, sobre todo al cambio, dudas, etc.
Entonces pensé, y no quiero gastar muchas palabras para no gastar mis ganas, que son estos momentos en los que muchas veces abandonas todo. Dejás todo lo que te hace bien, lo que te llena, simplemente por miedo. Miedo a lo desconocido, al fracaso, a la soledad, al rechazo, etc, etc y más etc.
¿Solo es miedo la vida? ¿No se puede vivir o pensar de otra forma? ¿Podemos paralizarnos todo el tiempo por miedo?
Creo que la respuesta es no, y creo que esa respuesta se encuentra muchas veces en Jesús, alma de pobres, tipo que seguramente sufrió como nadie (De más está decirlo) y debe haber tenido miedo en algún momento, pero el tipo se la bancó, por amor. Por amor a los demás se la banco.
Si vos te la bancás, no abandonás nada, no te abandonas. No dejas a tus amigos, compañeros, familia, en nada. Pero no lo hacés por macho, lo hacés por amor. Por amor a todos, a las personas, a aquellos que te aman y que sin vos no pueden.
Es lo más maravilloso del amor que promovió Jesús. Vivir en el amor hacia los demás para salvarnos todos juntos.

Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza,
la invocación de la Trinidad,
Por medio de creer en sus Tres Personas,
Por medio de confesar la Unidad,
Del Creador de la Creación.

Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo,
Por medio de la fuerza de Su crucifixión y su sepulcro,
Por medio de la fuerza de Su resurrección y asunción,
Por medio de la fuerza de Su descenso para juzgar el mal.

Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del amor de Querubines,
En obediencia de Ángeles, En servicio de Arcángeles,
En la esperanza que la resurrección encuentra recompensa,
En oraciones de Patriarcas,En palabras de Profetas,
En prédicas de Apóstoles, En inocencia de Santas Vírgenes,
En obras de hombres de bien.

Me levanto hoy
Por medio del poder del cielo:
Luz del sol,
Esplendor del fuego,
Rapidez del rayo,
Ligereza del viento,
Profundidad de los mares,
Estabilidad de la tierra,
Firmeza de la roca.

Me levanto hoy
Por medio de la fuerza de Dios que me conduce:
Poder de Dios que me sostiene,
Sabiduría de Dios que me guía,
Mirada de Dios que me vigila,
Oído de Dios que me escucha,
Palabra de Dios que habla por mí,
Mano de Dios que me guarda,
Sendero de Dios tendido frente a mí,
Escudo de Dios que me protege,
Legiones de Dios para salvarme
De trampas del demonio,
De tentaciones de vicios,
De cualquiera que me desee mal,
Lejanos y cercanos,
Solos o en multitud.

Yo invoco éste día todos estos poderes entre mí y el malvado,
Contra despiadados poderes que se opongan a mi cuerpo y alma,
Contra conjuros de falsos profetas,
Contra las negras leyes de los paganos,
Contra las falsas leyes de los herejes,
Contra obras y fetiches de idolatría,
Contra encantamientos de brujas, forjas y hechiceros,
Contra cualquier conocimiento corruptor de cuerpo y alma.

Cristo escúdame hoy
Contra filtros y venenos, Contra quemaduras,
Contra sofocación, Contra heridas,
De tal forma que pueda recibir recompensa en abundancia.

Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí, Cristo a mi diestra,
Cristo a mi siniestra,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me mira,
Cristo en cada oído que me escucha.

Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza, la invocación de la Trinidad,
Por medio de creer en sus Tres Personas,
Por medio de confesar la Unidad,
Del Creador de la Creación.

miércoles, 15 de junio de 2011

Hacernos cargo o mirar para otro lado

Nuevamente tardé un tiempo en volver al blog. Quizás es falta de inspiración, quizás es que no quiero subir cualquier cosa, quiero apostar por una idea clara, concisa, simple, sincera...
Con el tema de ser pastores o no pastores, de ensuciarnos las manos o no, llegué pensando a Pentecostés. Todo un acontecimiento este año en Aránzazu. A la ya tradicional vigilia organizada por los jóvenes, se le sumó una convivencia. Nocturna, entre las 23 hs y las 3 para todos los chicos que quisieran venir. Mate, torta frita y un muy buen clima para reflexionar.
Así, me puse a pensar en Pentecostés, en el nacimiento de la iglesia, en esos días en los que los discípulos se debatían entre sus miedos y la misión que Jesús de Nazareth les había dejado: Salir y llevar su palabra por todo el mundo. Resulta que los tipos lo habían visto a Jesús hacer sus milagros, predicar, cargar con la cruz, morir, resucitar y ascender a los cielos. Sin embargo seguían como estáticos, quietos, parados, miedosos. Tuvo que mandar el de arriba al espíritu para que pudieran vencer esos miedos y salir a la calle. Ahí nace la iglesia, ahí comienza la misión universal de la iglesia, que justifica y explica el por qué de su existencia: El mensaje de Jesús no es para algunos, es para todos. Nadie se lo tiene que dejar para sí mismo, es una obligación de todo cristiano salir a la calle con ese mensaje, y trabajar para eso.
Y trabajar significa obra, y obra significa moverse. Los discípulos, al recibir el espíritu y vencer sus miedos, salen a la calle, salen a trabajar, a construir, a moverse. Y comienzan con la tarea que al día de hoy se sigue (Y así debe ser) realizando.
Y los discípulos hicieron, y todos debemos hacer, lo que, en definitiva, Jesús hizo. Salió a la calle, predicó con la palabra, pero también con la obra, con la acción. Y no paró. Los seguidores de Jesús hicieron lo mismo. Y creo que todos debemos hacer también. Porque es fácil hacer como si nada, pero lo difícil es hacerse cargo.
Jesús, el tipo en el que en definitiva creo, fue un chabon que no se quedó quieto esperando a que aquellos que lo necesitaban fueran a su encuentro. No se encerró en el templo y esperó a que la humanidad se acerque. Sino que, todo lo contrario, salió al encuentro de la humanidad. Y se ensució las manos, se hizo cargo, no miró para otro lado, no inventó excusas.
A veces, las persona solemos inventarnos excusas a nosotros mismos, por A o por B terminamos mirando para otro lado. Y no creo que un Jesús del siglo XXI hiciera eso. Sino nos pasa lo primero, nos termina pasando otra cosa: Nos copamos al principio pero después de un tiempo nos creemos algo que no somos, nos creemos capaces "para cosas más importantes" y no para los pequeños detalles. Y volvemos a mirar para otro lado. Crecemos como personas, de repente nos volvimos importantes, vamos de reunión en reunión pero hace años que no metemos las manos en el barro.
Pentecostés es la fiesta de la memoria, del recordar por qué tenemos que hacer iglesia, por qué trabajar en comunidad, por qué salir a la calle y hacer obras, no morirnos en las palabras.

martes, 17 de mayo de 2011

Jesús: El pastor que invita a pastorear

Vuelvo a las andadas en el mundo del Blog. Ha pasado mucho tiempo desde que escribí mis últimas líneas acá, pasó la semana santa, la pascua, varias cosas interesantes y también algunas aburridas, como todo en mi vida.
La cuestión es que, dentro de ese aburrimiento, no encontraba un poco de inspiración para sentarme a escribir. Por lo menos yo lo considero todo un ritual, hay que estar preparado y atento, no es algo que sale así no más. Así que esperé y esperé, hasta que llegó el momento. Ayer leí, obviamente, la lectura del buen pastor. Una de las más conocidas, de las más famosas. Siempre pienso que estas lecturas, por ser muy conocidas o famosas, no pierden para nada el sentido, sino que, al contrario, las enaltece todavía más. Si 2000 años después seguimos hablando de las mismas lecturas o parábolas, por algo será ¿no?.
Al mismo tiempo, me había quedado el sabor un poco amargo de no haber hecho ninguna reflexión en Semana Santa. Ni siquiera por la pascua.
Así que pensé: "Qué loco lo de este tipo" Jesús apareció hace unos dos mil años (Lo sigue haciendo día a día) y se llamó a sí mismo el Pastor. Pero en vez de guiar a su discípulos a una guerra contra la autoridad romana o de simplemente dedicarse a dar órdenes, el Nazareno se convirtió en el Buen Pastor. En el tipo que se ensuciaba las manos y se dedicaba de lleno a su oveja. Jesús asumió el compromiso de ser el pastor, de ser guía, de ser referente, líder, como quieran llamarlo. Y al asumir ese compromiso, Jesús no se lavó las manos, no cayó en el síndrome de Poncio, se la bancó y se la jugó por sus ovejas, más allá de que muchas de estas le dieron la espalda. En un lenguaje un poco actual juvenil, Jesús se las fumó todas, y así y todo, se quedó. Y no solo eso, invito a sus amigos, a sus discípulos, a la humanidad, a que también se quedara, que se la bancaran, que también sean pastores. Jesús da su vida por las ovejas. Jesús invita a dar la vida.
Resulta que, si Jesús jamás se hubiese ensuciado las manos, si jamás se hubiese ensuciado las manos, jamás hubiese ido a Jerusalem, donde sabía que iba para morir, para entregarse. Cualquier otro, hubiese salido corriendo, porque a eso se refiere Jesús cuando habla del lobo, porque alguien que no se la juega por su rebaño, alguien que no se siente parte de su rebaño, alguien que no da la vida por su rebaño, corre. Huye. Pero Jesús no, se la banca, se la fuma, casi solo, abandonado, pero igual sigue, persiste en la cruz. Y lo hace y lo seguirá haciendo, porque el tipo se la juega por su rebaño.
Pienso todos los días en dar la vida por los demás, por mi rebaño, por mis hermanos. En entregarme como él lo hizo. Y siento que ahí nace lo más difícil de ser cristiano, lo que más cuesta de seguir a Jesús: Entregarnos. ¿O siento lo primero, y pienso lo segundo?
Ensuciarse las manos, meterlas en el barro, es hacerse cargo, bancarsela, fumársela. Quedarse, permanecer en Jesús más allá de todo. No huir, no escapar. Resulta que, más allá de todo, el tipo invita a eso, a pastorear, a dar la vida. Alguien que huye no puede decir que da la vida por sus ovejas.
Todos los días vivo en un mundo, en una sociedad, en una iglesia, en una comunidad, en donde veo que hay cosas que están mal, que a nadie le gusta, que nadie quiere, pero pocos asumen el compromiso de salir a la calle y trabajar para cambiar. El compromiso de ensuciarse las manos, de hacerse cargo, de ser pastores. Eso que alguna vez hicieron tipos como Francisco de Asís. Ese trabajo que invita Jesús de Nazareth, el buen pastor.

viernes, 15 de abril de 2011

El grupo: Las características de un grupo

Esta semana fue algo extraña. Estuve muy cansado todos lo días, a tal punto que el Miércoles ya pedía el cambio. Lo peor llegaba por las noches, porque lejos de caer fulminado en la cama, el insomnio me ganaba y debía afrontar largas jornadas nocturnas frente a la pc o la televisión. Lo cual, obvio, pagaba caro al día siguiente. Por el sueño y porque en estas noches suelo tener grandes ideas (Las mejores diría), que muchas veces no se me ocurren durante el día. Evidentemente necesito descanso, por eso espero el fin de semana largo. Evidentemente necesito reflexión, necesito arrancar de nuevo, por eso necesito Semana Santa.
En esta etapa final de la cuaresma, me he puesto a pensar nuevamente en el tema de los grupos de personas y, por consecuencia, en los grupos misioneros jóvenes de las parroquias. Estando en dos (además de dar Confirmación) y en uno hace ya bastante tiempo, sigo explotando un poco mi experiencia. Así puse mi cabeza en funcionamiento, y noté algunas coincidencias entre todos los grupos que he conocido en mi vida. Así comencé a ver las características que acompañan a todos lo grupos.
Los grupos, que en oraciones secas se definen como un conjunto determinado de personas que hacen algo específico en un lugar específico, etc, tienden a buscar algunas cosas entre sus integrantes. Es decir, cada persona buscará ver ciertas cosas para asegurarse que todo marche bien, independientemente de las necesidades básicas del hombre (Comprensión, Productividad, Autenticidad y Fraternidad). Éstas son las características que todo grupo de personas (En este caso un grupo de jóvenes de una parroquia) tiene que tener porque todos sus integrantes buscarán:

Periodicidad: Es la primera de las características. El grupo debe saber cada cuanto se junta y donde se junta. Esas dos cosas deben agrupar a todos. Juntarse muy seguido habla del momento importante que el grupo está pasando (Sea bueno o malo). Juntarse cada tanto habla de un momento no del todo afortunado del grupo. Evidentemente, o no hay nada para hacer, o se ha perdido interés.
Es de lo más importante que todas las personas entiendan lo fundamental que es saber cuando se juntan sin importar de otro factor. O sea, no es lo mismo saber que el grupo se junta todos los Viernes a la misma hora, a que nunca se sepa, porque un día es a la mañana, al otro a la tarde, etc. Ser periódicos implica conocerse entre ellos, pero también más seriedad al trabajo realizado; significa que lo se está haciendo es importante y por eso necesita más tiempo.
Ser periódicos es hacer entrar al grupo, y sus actividades, a la vida de cada uno. Por ejemplo, en mi caso, el grupo de jóvenes de Aranzazu se junta todos los Domingos después de misa. Yo se que todos los Domingos del año tengo jóvenes, ha pasado a formar parte de mi vida.

Objetivo común: El objetivo común pasa a ser la siguiente característica de todos los grupos. Saber hacia donde se quiere ir, que es lo que se quiere hacer, bajo que valores, de que manera, etc. No significa necesariamente, por ahora, organizarse, sino establecer cual es la meta del grupo. Es una cosa que parece fácil, sencilla, pero en realidad, para que esto se realice, se necesita poder escuchar a todos sus miembros, que todas las voces se expresen. Puede ser largo, tedioso y complicado de lograr, pero muy necesario. Cuando se saben los objetivos comunes de cada uno, se puede consensuar y optar por un objetivo en común.
En los grupos de jóvenes de una parroquia, ese objetivo es Dios, y el camino es Jesús. Todos estarán de acuerdo en eso, el tema es que cada uno tiene un imagen propia de Dios. Por eso es necesario despertar la confianza de todos para que puedan expresarse. Así, luego, el grupo se expresará finalmente con un objetivo en común, acordado entre todos.

Organización: Una puesto el objetivo en común, decidido entre todos, llega el momento de la organización. El grupo tiene que aprender a organizarse, y eso es algo que se tiene que aprender al mismo tiempo. No puede uno solo llevar consigo el peso de mantener organizado al grupo. Las personas tienen que tener, una vez más, voz propia para poder expresar lo que opinan y sienten sobre el tema, como creen que debe organizarse el grupo, de qué manera, bajo que códigos y valores.
También debe organizar de qué manera realizará sus actividades, sus encuentros, sus propuestas. Si quiere elegir un coordinador, un líder, un representante, un presidente, lo que sea, tiene que decidir como elegirlo. Y esa persona, como sea que se llame el cargo, tiene que tener la representatividad de todos, no por una cuestión política, sino de una cuestión de apoyo.
Puede parecer algo no importante, algo que no vale la pena discutir, pero es en estos momentos cuando el grupo elije ser una jerarquía o estar todos en el mismo nivel.

Interacción: Las relaciones entre las personas que forman parte del grupo es algo que viene de las necesidades espirituales de cada uno. En todos los grupos se dará esto, es lo que hace que uno quiera trabajar en comunidad, compartir experiencias. Es lo que hace que uno no elija simplemente quedarse en su casa y obrar solo. Lo que el grupo tiene que fortalecer y promover, son los vínculos, las relaciones, el trabajo en comunitario. Nadie debe realizar algo solo, porque de esa manera no puede conocer a los demás, no puede compartir con los demás.
Es una característica de los grupos que se da cuando el grupo comienza a buscar la autenticidad de manera individual. Cuando todos logran ser auténticos, empiezan a mezclarse, a conocerse, a querer saber más del otro.
La interacción fortalece el vínculo, fortalece las ganas de compartir. Es necesario para cualquier grupo que busca trabajar unido: Conocer al que tiene al lado. Sino hay interacción, no hay grupo, porque entonces no se justifica trabajar en comunidad.

Motivación: Si nadie está motivado, el grupo comienza a caer. Porque entonces nadie quiere ir al grupo, nadie quiere juntarse con los demás. No hay un motivo, no hay una razón. Por eso el grupo tiene que estar motivado, incentivado a hacer algo. Viene de la mano con el objetivo común, cuando un grupo obtiene un objetivo final, allí nacerá la motivación.
La desmotivación en los grupos juveniles misioneros, suele ocurrir cuando se comienza a pensar que es inútil hacer algo, que no se puede transformar nada, que siempre que se hace una actividad pareciese que se comenzara de vuelta siempre. Por eso es fundamental tener proyectos, y tener referentes. Es fundamental el diálogo, que nadie calle a nadie, que no haya autoridad de nadie, que no haya cosas sin hablar, porque así se comienza con el desgano, con la desmotivación. Dios obra en todos, pero muchas veces ocurren cosas que hacen dejar de ver eso.
Por eso, es clave que un grupo nunca pare, que siempre esté juntándose, que siempre haya proyectos, actividades que avancen y se concreten, que todos puedan (Nuevamente) tener voz para expresarse.
La motivación es de las cosas más difíciles de lograr, de concretar en los corazones de las personas.

Finalmente, una vez concretadas estas cinco características que todos los grupos tienen que tener, y una vez que cada uno de sus integrantes cumple sus necesidades básicas, se dará la sexta característica de un grupo. En este caso, característica de que un grupo ha hecho un camino fuerte, unido y que no siempre se logra:

Pertenencia: Después de un tiempo, cuando las cosas marchen bien y el grupo haya recorrido un camino basado en lo anterior, sus integrantes sentirán pertenencia. Ser parte de algo, no solo valora ese algo, sino que también valora a uno mismo. Formar parte que uno considera importante, interesante, significa también que uno puede considerarse importante.
El formar parte, el sentirse parte de algo, puede ocurrir por apenas un tiempo, y luego volver a retroceder en el camino del grupo. Es algo que muchas veces ocurre, pero es el desafío que le toca afrontar a esas personas.
En un grupo misionero juvenil de una parroquia, la pertenencia o no pertenencia de un grupo muchas veces será un desafío de Dios. Será poner en juego todas las características anteriores, todas las necesidades expresadas al mismo tiempo. Sólo en ese momento el grupo alcanzará su cima. Podrá caer luego, es verdad, pero solo con pertenencia de todos sus integrantes el grupo llegará a su punto más alto. El desafío allí será mantenerlo, pero se puede lograr. Ser parte de algo que está tratando de cambiar alguna cosa, es también sentirse parte de Dios, sentir que entramos a Dios en comunidad.
Más de uno se sentirá desganada, sin motivación, más de uno no se sentirá parte, pero allí tendrá que aparecer el grupo, aquellos que sí se sienten parte, para integrarlo, para levantarlo, para hacerle sentir que sin él, el grupo no tiene sentido. La misión no es solo vivir en Dios, sino hacerlo hermanados, en comunidad.
Ser parte de un grupo es sentirse cómodo, ser uno mismo, sentir que su opinión vale, que su historia será escuchada, que sus lágrimas serán contenidas, que no habrá vergüenza; que sí habrá perdón, compañerismo, que se obrará por la convicción de cambiar el mundo, pero también de poder hacerlo todos juntos.
Es aquí cuando el grupo deja su marca, esa que nunca se borrará.

Éstas características me ha tocado vivirlas, y muchas otras no. Es la lucha de todos los días de un misionero, poder lograr esto. Poder entrar a Dios en comunidad. Hablo, siempre en estos casos, de los grupos de jóvenes misioneros de las parroquias, más allá de ser estas características (Dejando de lado algunas comparaciones hechas) necesidades para todo grupo.

domingo, 10 de abril de 2011

El Hombre en comunidad

Ya llegado el Domingo, después de una semana movidita, tanto en las actividades que realizo durante la semana, como en lo espiritual. El Viernes, el punto más importante de estos días, comencé nuevamente (Quinta temporada ya) Confirmación.
Dar confirmación es una de las cosas que más me llena, sobre todo el hecho de conocer gente nueva, nuevas vidas, experiencias, testimonios, etc. Pero una de las cosas que más me gusta de Confirmación, es nuevamente estar ante el desafío de formar una comunidad, un grupo, una pequeña sociedad que, de alguna forma u otra, tendrá que funcionar de acá a fin de año.
Siempre me pregunté por qué las personas tendían a unirse en grupos, a trabajar en conjunto, a compartir testimonios, etc. Algo clave, en mi entender, para el funcionamiento de los grupos de jóvenes. Clave, pero ¿Por qué es clave?
Entonces decidí irme a la Biblia, al antiguo testamento. A ver si encontraba algo, y así fue. Ya en el Génesis (2:18) Dios dice: "No es bueno que el hombre esté solo". O sea, de entrada, Dios afirma que el hombre no tiene que estar solo. De ahí parto para ver esta teoría.
El hombre no se realiza solo, lo tiene que hacer en comunidad. Acompañado de personas, ya sea por compañerismo o solidaridad, como por competencia y ambición. En cualquiera de los dos casos, el hombre necesita a alguien al lado, aunque sea para poder ganarle. De esta manera las personas tienden a unirse a grupos, a tener la necesidad de estar en un grupo.
Ya desde principio, Dios aclara que el hombre debe estar acompañado, es así como el hombre logra trabajar mejor, y es así como se logran las comunidades. Las comunidades podrán hacer lo que quieran, pero en algún momento (Y más si hablamos de grupos de jóvenes) van a querer cambiar algo de la realidad, del mundo que los rodea, y eso no podrán cambiarlo individuos aislados y alejados entre sí.
Es por eso que, creo, hoy por hoy el mundo necesita de grupos de jóvenes, de grupos misioneros, de grupos de personas que quieran cambiar la realidad. Porque el mundo es individualista, hemos caído en la publicidad y compramos que con estar solos estamos mejor. Que un televisor es la mejor compañía del mundo, que podemos vivir 24 horas en internet...Individuos aislados los unos de los otros, más fáciles de dominar, de vencer.
El mundo se ha convertido, a esta altura, en conjunto de seres aislados que intentan sobrevivir día a día sin necesidad de interrelacionarse. Incluso, polémico seré, cuando alguna tragedia ocurre, las personas se agrupan para ser solidarios. Pero antes de eso, y después también, no aparecen (Pero de eso hablaré después), entonces la miseria, el hambre, la pobreza, son constantes que siempre ocurren. Porque salvo que aparezcan en la tele, y nos conmovamos, no salimos a ayudarlos. Sí, la solidaridad también la compramos de los medios.
Por eso Dios, ni bien creó (O supo que iba a crear) al hombre, dijo, advirtió: "No es bueno que el hombre esté solo"

jueves, 31 de marzo de 2011

El grupo: Las necesidades del hombre

Hoy retomé con el profesorado de catequesis, estaba muy ansioso por empezar y la verdad, como primera clase, estuvo muy buena. Ambas materias me llegaron y me dispararon varias reflexiones, que tendré que escribir en varios posts diferentes.
Uno de los temas que tratamos hoy, fue la función de los grupos humanos y los condimentos que éstos tienen. Cómo funciona un grupo, cómo se organiza, qué tienen en común, etc. Primero, simplemente como grupo humano y luego como grupo cristiano. A mi esto me hizo pensar también en los grupos misioneros y, particularmente, en el grupo misionero de Aránzazu (Que, vale repetir, es donde estoy)

El ser humano tiene necesidades básicas, y su vida, es una constante búsqueda de lograr satisfacer esas necesidades espirituales. ¿Cuáles son esas necesidades?:

Comprensión: El hombre busca comprender. Siempre fue así y así será para siempre. Intenta contestar todas sus preguntas, sus dudas, sus inquietudes, el por qué de todo. Una persona se une a un grupo, ya sea de trabajo, de estudio, de debate, de política, de jóvenes de una parroquia, porque quiere comprender. Aún estando adentro de un grupo, el ser humano sigue buscando comprender, darle sentido a lo que está haciendo. En un grupo de jóvenes, todos quieren comprender, ninguno puede afirmar a ciencia cierta por qué está ahí, pero saben que por algo es, y buscan conocer ese algo.
En definitivamente, el ser humano busca comprender porque necesita (Y aquí radica su búsqueda en este sentido) comprenderse. Necesita descubrirse a sí mismo. Si está bien parado y si el grupo lo dispone, cada uno podrá encontrarse a sí mismo. Para esto, buscará verse reflejado en los demás, sentirse identificado en algo con todos.

Autenticidad: El ser humano necesita expresarse, mostrarse. Una vez que entra a un grupo (en éste caso un grupo de jóvenes) buscando comprender, querrá desenvolverse como realmente es en la vida. Querrá, básicamente, ser él mismo.
Aquí lo que juega muchas veces, es la aceptación. Tarde o temprano esa persona se mostrará como es, ninguna careta dura para siempre. Y tendrá que aceptarse a sí mismo para buscar la aceptación de todos. La persona intentará estar cómoda en el grupo, y para que esto se logre, los demás tendrán que estar abiertos.
El grupo tiene que saber escucharse, valorarse, poder dar lugar a opiniones y decisiones entre todos. Esto da voz y(en algunos casos, dependiendo qué tipo de grupo sea) votos a sus integrantes. Poder tener voz, opinión, y que esa voz sea valorada, da lugar a uno a ser auténtico.

Productividad: El ser humano necesita producir algo. Toda persona, por más vaga que parezca, necesita hacer algo productivo, sentirse útil en algo. Necesita tener espacio, dentro de un grupo, para poder desenvolverse en lo que es bueno. Toda comunidad necesita producir algo, hacer algo, lo que sea, tiene que ver con los objetivos que ese grupo tenga. En un grupo de jóvenes o misionero, todos necesitan sentirse que son útiles en algo, que pueden aportar en algo. Cada persona necesitará tener algo en lo cual se destaque, que genere que los demás le pidan que lo haga porque saben que es bueno en eso. También necesitará que todos busquen trabajar en común, sin encerrarse y reconociendo las virtudes de los otros.
Aquí puede haber un problema. Si uno se considera bueno en algo, pero sus compañeros no lo ven así. El grupo necesitará de la humildad de sus integrantes y también de la objetividad.

Afectividad: Finalmente, lo que buscará el ser humano es el afecto. Ninguna persona puede sobrevivir sin afecto. Todos buscamos amar y ser amados. Ésto no significa literalmente que todos se amen con todos o que todos sean amigos. Ésto significa que todos sus integrantes, en algún momento, necesitarán sentirse queridos, valorados, importantes. Pero no solo para el funcionamiento del grupo sino también para el funcionamiento de las personas de ese grupo.
Para que esto se de, las personas tendrán que dejar de lado algunas cosas. El grupo funcionará si, a pesar de todo, funcionan algunos valores: El respeto, la unión, la fraternidad, la amistad en Dios, etc.
Es el punto más importante de todo grupo, más allá de querer comprender para luego poder ser uno mismo, para después de un tiempo, poder destacarse en algo. Ninguna persona sobrevive sin el afecto de, por lo menos, otra persona más.

Para que un grupo de jóvenes funcione, necesita cumplir estas necesidades. Porque en definitiva, el grupo está formado por seres humanos, y esos seres humanos tienen sus necesidades. Los problemas en los grupos ocurren cuando algo de esto falla o funciona mal. Y esa responsabilidad es de todo el grupo, de todos sus integrantes. No de alguno en especial, no de un líder, no de Dios.

martes, 29 de marzo de 2011

Misionar ¿en dónde?

Cuando uno es misionero, y ya lleva alguna experiencia en el tema (como en mi caso que ya cerré mi primera misión de tres años en Córdoba), aparecen las ganas de querer más.
Algo que he visto muchas veces en muchos lados, es que los grupos misioneros muchas veces se desviven por ir a misionar bien lejos. Pareciera que: Mientras más lejos se misione, mejor es la misión. No estoy tan de acuerdo con eso, si bien está el tema de la pobreza (Que en algunos lugares es más cruel y dura que en otros lugares), esos lugares no necesariamente están a miles y miles de kilómetros de distancia.
He escuchado frases, rara, como: "Me gustaría irme a un lugar más duro, más heavy, bien lejos"
No es que en esos lugares no se necesite misionar, no hay que malinterpretar (En eso soy experto), sino que también hay lugares bien cercanos que necesitan de la voluntad misionera de uno mismo.
Digo entonces: ¿De qué vale misionar bien lejos si después no podemos vivir como Jesús en nuestro propio barrio? ¿De qué sirve ser servicial cuando estoy con un grupo de jóvenes o con amigos en alguna misión o actividad, si después no seré servicial en mi vida cotidiana?.
No quiero volverme un hombre que hace preguntas catequísticas de primaria, pero si llegar a lo siguiente: La misión se hace en todos lados, y no necesariamente en un lugar bien lejano porque suena a aventura. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, cuando miles de voluntarios de todo el mundo querían viajar a Calcuta para colaborar con la madre de los pobres: "Calcuta está a la vuelta de tu casa"
Creo que uno mientras más experiencia misionera tiene, más cerca de su casa debe misionar. Y el gran misionero es aquel que logra misionar en su propio hogar, con su familia, con sus amigos, con su gente. Y eso no se logra de un día para el otro.

lunes, 28 de marzo de 2011

Volvió el misionero


He vuelto, después de un desprolijo abandono, a escribir en este blog. Quizás algunos planteos de la vida me llevaron a olvidarme -casi- de este medio, que cree con mucha pasión y amor.
Terminó a principios de año mi misión con el grupo de jóvenes de la parroquia Nuestra Señora de Aranzazu en Los Cóndores. Pequeño pueblo en Córdoba, donde llegamos por primera vez en el 2008 y de donde nos tuvimos que ir con muchas lágrimas y felicidad. Es contradictorio ¿no? pero a veces pasa, uno se va triste por irse pero feliz por el camino que recorrió allí.
Siempre pienso que el verdadero misionado es el propio misionero, el que descubre otro mundo, otras personas, la paz que no reina en la ciudad. El que se descubre a sí mismo, y sobre todo, el que descubre que su misión recién comienza; que debe volver a su casa, a su ciudad, a su trabajo, a su ambiente, a su vida y seguir allí su misión.
Después de tres años en aquel pequeño pueblo de Córdoba, con mucha nostalgia de otros tiempos mejores, con dolores actuales ("Pueblo chico, infierno grande") y con personas fantásticas y abiertas de corazón a contar su vida, su testimonio, su fé; me siento otra persona, no se si mejor o no, pero otra persona. He estado en contacto con el corazón de la gente. Y he pensado, he reflexionado, he decidido que es esto lo que quiero hacer en mi vida.
Aunque algún planteo me hago, me cuestiono, realmente...¿Puedo irme de Los Cóndores? ¿He cambiado algo realmente en tres años? ¿La misión no es en realidad algo de toda la vida? Se puede recorrer un pueblo en un día, se puede visitar sus casa en un par de días, pero misionar un pueblo puede llevarte una vida entera. Sí, quizás lo que me pasa es que no quiero pensar en nunca volver ahí. Pero se que lo voy a hacer, ya pienso en escaparme a mitad de año, entonces...¿Qué debo sentir realmente? ¿Debo pensar ya en ir para otros destinos y olvidarme de Los Cóndores?
Esta pregunta me atacó desde principios de año, no pude responderla y me dolió. Hoy, sin embargo y por esas obras de Dios, siento que quizás puedo responderla, mejor dicho, siento que sé que debo hacer.
Hay que seguir en la búsqueda de Dios, de Jesús. Y seguir siempre ese camino, no se a donde me llevará pero tengo ganas de emprenderlo. Es obvio que voy a tener mis dudas nuevamente pero siento la seguridad de seguir ese camino, más allá de la fe, siento que lo que hago es bueno, que el contacto con la gente me llena, que sacar una sonrisa a un nene me alimenta el alma y que puedo aprender sobre todo de la gente que tengo al lado.